Murió un amigo mío. Se hizo el lamento y la misa. Casi todo el pueblo acompañó al ataúd al cementerio donde fue sepultado. Por ocho días, todas las noches se hizo el rosario de ánimas. El día noveno se hizo el novenario, el rosario más grande. Hubo mucha gente, mucho rezar, y mucha comida. Todos estos rosarios los hicieron para el difunto.
-Los hicimos -me dijeron- para aligerar su paso del purgatorio al cielo.
¿Qué es la base de la creencia en el purgatorio'? ¿Realmente existe un lugar así?
Según la Iglesia Católica, el purgatorio es el lugar donde van las almas de las personas que mueren en gracia, pero que no son libres de toda imperfección. La Iglesia Católica enseña que las almas de tales personas necesitan ser libradas de tres defectos: (1) la culpa de pecados veniales, (2) la inclinación hacia el pecado (deseos desordenados), y (3) el castigo temporal que resulta del pecado.1 La Iglesia Católica enseña que el castigo del pecado no se quita cuando se perdona la culpa. Se tiene que pagar este castigo o en esta vida o en la vida venidera.2
Además, la Iglesia Católica enseña que "las oraciones y las buenas obras de los vivos pueden ser útiles a los difuntos, por aliviar y abreviar sus penas".3 Y que "el sacrificio de la misa es propiciatorio, que por consiguiente tiene la virtud de borrar los pecados y de satisfacer la justicia divina por los vivos y por los difuntos".4
Por enseñar esto, la Iglesia Católica dice que aunque el sacrificio de Cristo fue suficiente para quitar nuestra culpa, no fue suficiente para cancelar nuestro castigo. Según ellos, todos tendremos que ir al purgatorio para pagar el castigo de nuestros pecados. Pero:
La Biblia nos enseña que nuestros pecados nos condenan a la muerte eterna. Enseña que Cristo murió por nuestros pecados, tomando sobre sí la maldición de nuestros pecados. La Biblia dice claramente que la muerte de Jesús es suficiente para pagar el castigo de todos nuestros pecados. Leamos lo que dice: "En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios ...; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10.10-14).
A base del sacrificio de Cristo, Dios dice en el mismo pasaje: "Nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión [perdón] de éstos, no hay más ofrenda por el pecado" (Hebreos 10.17-18).
Es por Cristo que hay remisión de pecados. Él puede salvarnos. "Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7.25).
Nota que dos veces la Biblia dice que la ofrenda de Cristo fue hecha una vez para siempre. Además, dice que con un solo sacrificio Cristo hace perfectos a los salvos. Y dice que, después de la muerte de Cristo, ya no hay más sacrificio por el pecado. Con el sacrificio de sí mismo, Cristo salva perpetuamente, o completamente para siempre, a los que llegan a Dios por medio de él.
La Biblia no dice nada de tener que pagar el castigo de nuestros pecados si recibimos la salvación en Cristo. Según la Biblia, los únicos que tienen que pagar sus pecados son los que no han experimentado el perdón de Jesús y los que han dejado el perdón de Jesús para volver al pecado. "La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6.23).
Entonces, la Biblia no dice nada del purgatorio. Ni una sola palabra. Ni una sola vez se refiere a un lugar adonde van las almas para pagar por el pecado antes de pasar al cielo.
David, rey de Israel, escribió: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo" (Salmo 23.4).
Salomón, otro rey de Israel, escribió: "El justo en su muerte tiene esperanza " (Proverbios 14.32).